¡Y llegó Paco con las rebajas! Debieron pensar los millones de hogares españoles cuando se enteraron de la nueva subida de la factura de la luz de principios del mes de julio. Y es que con esta reciente escalada del 3,2%, el porcentaje de lo que ha crecido el importe de la factura de la luz desde 2003 se sitúa ya por encima del 60%.
Como todos sabemos, nuestras facturas de la luz se componen de dos aspectos: por una parte, un importe fijo, relacionado con la potencia que tenemos contratada y, por otra, la parte variable, que depende directamente de nuestro consumo energético.
Por este motivo, hay dos maneras de reducir el importe de nuestras facturas: una es revisar la potencia que tenemos contratada y ver si, realmente, se ajusta a nuestras necesidades o, por el contrario, tenemos contratada una potencia mayor de lo que necesitamos. La otra es optimizar nuestro gasto eléctrico.
Y ahí es donde entra en juego el certificado de eficiencia energética, obligatorio desde el pasado 1 de junio y que facilita la valoración del consumo energético y las emisiones de CO2 de una vivienda o local, punto por punto: calefacción, agua caliente sanitaria, electricidad, refrigeración, etc.
Además, este certificado incluye un apartado en el que da al usuario recomendaciones para mejorar la eficiencia energética de su vivienda, es decir, reducir la demanda de energía que hace y, por lo tanto, mirar por su bolsillo sin la necesidad de sacrificar el confort de su hogar.
Así que, esa nueva obligación para los propietarios de inmuebles en venta o alquiler, que de manera tan negativa ha sido percibida por tantos, tiene, sin duda, un valor añadido para inquilinos y propietarios y es, por lo tanto, un aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de decantarse por la compra o alquiler de un piso o local.